ESCRITOS DE MARÍA VALTORTA
(CUADERNOS 22 AGOSTO 1943)
Dice Jesús:
"Las siete plagas últimas
corresponden a los siete truenos no descritos (dictado
del 20 de agosto). Como siempre, son descripciones
figurativas de las que, por otra parte, no se excluye del todo la realidad.
Paso a explicarte cuanto de ellas considero oportuno hacerlo.
La primera es la úlcera
Ya desde los tiempos de Moisés
castigué con enfermedades repugnantes a quienes habían cometido
pecados imperdonables contra Mí. Mará, la hermana de Moisés, tuvo el cuerpo
cubierto de lepra por haber hablado mal de mi siervo Moisés. ¿Cómo no ha de
sucederles igual y aún más a los que hablan mal de su Dios? La lepra, o bien
la úlcera, se extiende cada vez más por haber extendido vosotros cada vez más
vuestros pecados contra Dios y contra la obra admirable de Dios que sois
vosotros.
Cuando os revolcáis en la lujuria,
¿no creéis acaso cometer un pecado contra Dios? Pues sí que lo
cometéis porque profanáis vuestro cuerpo en el que habita el espíritu que
ha de acogerme a Mí, Espíritu Supremo.
Y ¿hasta qué punto está llegando
la lujuria del hombre que éste ejecuta con fría y consciente
voluntad? Es mejor no ahondar en este abismo de repugnante degradación
humana. Lo que te digo es que si llamaban inmundos a ciertos animales, el
hombre los ha superado y los superará más aún, y que si fuera posible crear
un nuevo animal, fruto del cruce de monas con serpientes y puercos, aún sería
menos inmundo que algunos hombres que sólo tienen de tales la apariencia y
por dentro son más lúbricos y repelentes que el animal más abyecto.
Como te dije, la humanidad se
divide cada vez más. La parte espiritual, exigua hasta el extremo,
asciende, mientras que la parte carnal, numerosísima, desciende. Desciende
hasta una espantosa profundidad de vicio. Cuando llegue el tiempo de ira, la
humanidad habrá alcanzado al exterior el hedor interno.
así
también seréis vosotros los que llenaréis de sangre el
mar
y las aguas de los ríos.
Y ¿quieres que no trascienda al
exterior el hedor interno de sus almas muertas y no corrompa las
carnes más adoradas por Mí haciéndolas objeto de todas las prostituciones?
Y así como seréis vosotros los que provoquéis las úlceras, así también
seréis vosotros los que llenaréis de sangre el mar y las aguas de los ríos.
Los estáis ya llenando con vuestras matanzas y, eliminados por vosotros, van
disminuyendo los pobladores de las aguas contribuyendo a vuestra hambre. Tanto
habéis menospreciado los dones que Dios os otorgó para vuestras necesidades
materiales, que tierra, cielo y aguas van tornándose vuestros enemigos y os
niegan sus fruto tanto la tierra, como los pobladores de las aguas, los ríos,
los bosques y el aire.
Matáis, ciertamente matáis,
pisoteáis la ley del amor y del perdón, derramáis la sangre
fraterna y, en particular, la de los buenos a los que perseguís por eso
precisamente, por ser buenos. Cuidad pues que algún día no os obligue Dios a
saciar vuestra hambre y vuestra sed con la sangre que derramasteis
contraviniendo mi mandato de paz y de amor.
Al ser vosotros rebeldes a las
leyes que os di, lo son también para vosotros los astros y los
planetas que hasta ahora os han prestado luz y calor en la medida que
necesitabais, obedeciendo las normas que, en mi bondad para con vosotros, les
señale.
vicios;
sangre en las aguas como testimonio de toda
la
que llegasteis a verter, entre la que está la mía;
fuego
del sol para haceros probar un anticipo
de
las brasas eternas que aguardan a los malditos;
tinieblas
para advertiros de las que esperan
al
que odia la Luz.
Enfermedades repugnantes como marca
de vuestros vicios; sangre en las aguas como testimonio de toda la
que llegasteis a verter, entre la que está la mía; fuego del sol para
haceros probar un anticipo de las brasas eternas que aguardan a los malditos;
tinieblas para advertiros de las que esperan al que odia la Luz. Y todo, para
induciros a reflexionar y arrepentiros.
Y de nada servirá puesto que
continuaréis despeñándoos, continuaréis estableciendo vuestras
alianzas con el mal, preparando el camino a los "reyes de Oriente",
es decir, a los ayudantes del Hijo del Mal.
las
plagas; mas, en realidad, sois vosotros.
Parece que sean mis ángeles los
portadores de las plagas; mas, en realidad, sois vosotros. Vosotros
las queréis, pues vosotros las tendréis.
Convertidos vosotros mismos en
dragones y bestias por haberos desposado con el dragón y con la
Bestia, alumbraréis de vuestro interior corrompido seres inmundos: doctrinas
totalmente demoníacas que, con el señuelo de falsos prodigios, seducirán a
los poderosos llevándoles a combatir contra Dios. Estaréis tan pervertidos,
que tomaréis por prodigios del cielo cuanto no es sino creación infernal.
con
infinidad de deducciones para explicarse a sí mismos
y
a los demás quién sea la "gran Babilonia"
Te tomo ahora, María, de la mano
para llevarte al punto más oscuro del libro de Juan. Los
expositores del mismo han agotado su capacidad con infinidad de deducciones
para explicarse a sí mismos y a los demás quién sea la "gran
Babilonia". Con perspectiva humana, a la que no eran ajenas calamidades
marcadas por acontecimientos previsibles o acaecidos, han atribuido el nombre
de Babilonia a muchas cosas.
sea
toda la tierra?
¡Sería
un Dios Creador bien pequeño y limitado
si
no hubiese creado más mundo habitado que la Tierra!
Mas ¿cómo no han pensado siquiera
que la "gran Babilonia" sea toda la tierra? ¡Sería un
Dios Creador bien pequeño y limitado si no hubiese creado más mundo habitado
que la Tierra! Con un latido de mi querer suscité mundos y más mundo de la
nada y los proyecté, como polvillo luminoso, por la inmensidad del
firmamento.
de
los polvillos, y no el mayor, de los que giran
por
el infinito. Pero sí el más corrompido.
La Tierra, de la que tan ufanados
estáis, no es sino uno de los polvillos, y no el mayor, de los que
giran por el infinito. Pero sí el más corrompido. Vidas y mas vidas pululan
en millones de mundos que son delicia de vuestra vista en las noches serenas y
la perfección de Dos os descubrirá las maravillas de esos mundos cuando podáis
ver con la vista intelectual del espíritu unido a Dios.
¿No es, por ventura, la Tierra la
gran meretriz que ha fornicado con todas las potestades de la
tierra y del infierno? Y los habitantes de la tierra ¿no se han prostituido a
sí mismo en sus cuerpos y en sus almas a trueque de triunfar en el día de la
Tierra?
sobre
la cabeza de la Bestia que transporta la Tierra
y
a los terrestres a los pastos de Mal; y sus diez
cuernos,
número metafórico, están para patentizar
las
infinitas infamias cumplidas
Cierto que es así. Los delitos de
la Tierra tienen todos el nombre de blasfemia al igual que los de
la Bestia con la que la Tierra y sus habitantes se han aliado con tal de
triunfar. Los siete pecados aparecen como adorno horrendo sobre la cabeza de
la Bestia que transporta la Tierra y a los terrestres a los pastos de Mal; y
sus diez cuernos, número metafórico, están para patentizar las infinitas
infamias cumplidas con el fin de conseguir, a cualquier precio, cuanto su
feroz avidez pretende.
¿No se ha empapado acaso la Tierra
con la sangre de los mártires y se ha embriagado con este santo
licor que, al beberlo con su boca sacrílega, se ha transformado para ella en
filtro de embriagues maldita? La Bestia que la lleva: compendio y síntesis de
todo el mal practicado a partir de Adán para triunfar en el mundo y en la
carne, trae en pos de sí a aquellos que, al adorarla, llegarán a ser reyes
de una hora y de un reino maldito. Como hijos de Dios, sois reyes y de un
reino eterno. Mas cuando adoráis a Satanás, que no puede daros sino un
triunfo efímero pagado al precio de una eternidad de horror, venís a ser
reyes de una hora y de un reino maldito.
La Bestia -dice Juan-
fue y no es. Así será al fin del mundo. Fue, porque realmente ha
existido; y no es, porque Yo, Cristo, la habré vencido y sepultado no siendo
entonces ya más necesaria para los triunfos del mundo (sobre
una copia mecanografiada anota María Valtorta a lápiz al pie de la página:
"Después de la derrota del Anticristo y de la destrucción de
Babilonia")
¿No se halla la Tierra asentada
sobre las aguas de sus mares y se ha servido de éstos para dañar?
¿De qué no se ha servido? Pueblos, naciones, razas, confines, intereses,
alimentos, expansiones, todo le ha servido a ella para fornicar y llevar a
cabo matanzas exterminadoras y traiciones iscarióticas. Sus propios hijos,
nutridos por ella con sangre de pecado, serán los ejecutores de la venganza
de Dios sobre ella, destruyédonla, destruyéndose, llevando la suma de los
delitos contra Dios y contra el hombre hasta el número completo exigido por
el detonar de mi: "¡Basta!"
borboteará
hasta mi trono la sangre de los mártires
y
de los profetas ...
En aquella hora, humeando con grato
olor, borboteará hasta mi trono la sangre de los mártires y de
los profetas y los surcos de la tierra que recogieron los gemidos de los
muertos por odio a Mí y recibieron sus estertores postreros, lanzarán un
gran grito hecho de todos aquellos santos gemidos, y se estremecerán con una
convulsión de angustia sacudiendo las ciudades y las casas de los hombres en
las que se peca y se mata, llenando con su voz que pide Justicia la bóveda de
los Cielos.
Y habrá Justicia. Vendré Yo,
Vendré porque soy Fiel y Veraz. Vendré a dar Paz a los fieles y
Juicio santo a los que vivieron. Vendré con mi nombre cuyo significado tan sólo
Yo lo conozco y en cuyas letras se contienen los principales atributos de Dios
del que soy Parte y todo.
Escribe
Cristo: Caridad, Redención Inmensidad,
Sabiduría,
Trinidad, Omnipotencia
Escribe Jesús: Grandeza,
Eternidad, Santidad, Unidad. Escribe Cristo: Caridad, Redención
Inmensidad, Sabiduría, Trinidad, Omnipotencia (de Dios condensada en el
nombre del Verbo humanado).
Y si parece que falte algún
atributo, piensa que la Justicia se halla comprendida en la
santidad, puesto que quien es santo es justo; la Realeza en la grandeza, La
Creación en la omnipotencia. En mi nombre, por tanto, se proclaman las
alabanzas de Dios.
Nombre santo cuyo sonido aterra a
los demonios. Nombre de Vida que das Vida, Luz, Fortaleza a quien
te ama e invoca.
Nombre que es corona sobre mi
cabeza (Como antes, anota María
Valtorta: "en el período de paz que precede al
juicio") de vencedor de la Bestia y de su profeta,
los cuales serán presos, confinados, sumergidos y sepultados en el fuego líquido
y eterno cuya mordiente ferocidad es incomprensible al sentido humano.
Será entonces el tiempo de mi
Reino de la Tierra. Habrán entonces, por tanto, una tregua en los
delitos demoníacos para dar tiempo al hombre de volver a oír las voces del
Cielo. Quitada de en medio la fuerza que desencadena el horror, descenderán
grandes corrientes espirituales como cascadas de gracia, como ríos de aguas
celestiales, a pronunciar palabras de Luz.
Satanás
por última vez y encontrará secuaces por los
cuatro
ángulos de la tierra que serán más numerosos
que
las arenas del mar.
Mas como no acogieron en el
transcurso de los siglos las voces dispersas, comenzando por la del
Verbo, que hablaban del Bien, así también se harán sordos los hombres,
siempre sordos, -menos los marcados con mi señal, mis amigos dilectísimos
dispuestos a seguirme- sordos a las voces de muchos espíritus, a las
voces semejantes al rumor de muchas aguas que entonarán el cántico nuevo
para guiar a los pueblos al encuentro de la Luz y sobretodo, hacia Mí:
Palabra eterna. Cuando se haya realizado la última prueba, vendrá Satanás
por última vez y encontrará secuaces por los cuatro ángulos de la tierra
que serán más numerosos que las arenas del mar.
¡Oh Cristo! ¡Oh Jesús que
moriste por salvar a los hombres! ¡Sólo la paciencia de un Dios
es capaz de haber esperado tanto, de haber hecho tanto, habiendo conseguido
tan poco, sin retirar a los hombres su don dejándoles perecer mucho antes de
la hora señalada! Sólo mi Paciencia que es Amor podía aguardaros sabiendo
que, como arena filtrada a través de una sutilísima criba, sólo alguna rara
alma habría de venir a la gloria en contraposición a la masa que no sabe,
que no quiere filtrar para llegar hasta Mí a través de la criba de la Ley,
del Amor y del Sacrificio.
durante
la vida, vivos en el espíritu, a la espera de
nuestra
hora de triunfo, Yo les daré posesión de la
morada
celestial y me daré a Mí mismo
sin
tregua ni medida.
Mas en la hora de mi venida, cuando
con ropaje de Dios, de Rey y de Juez, llegue Yo para reunir a todos
los elegidos y maldecir a los réprobos lanzándolos adonde estarán ya para
siempre el Anticristo, la Bestia y Satanás, tras la suprema victoria de Jesucristo,
Hijo de Dios, Vencedor de la Muerte y del Mal, a estos elegidos que supieron
permanecer "vivos" durante la vida, vivos en el espíritu, a la
espera de nuestra hora de triunfo, Yo les daré posesión de la morada
celestial y me daré a Mí mismo sin tregua ni medida.
Aspira aquella hora, María,
Llámala y llámame con todas las fuerzas de tu espíritu. Mira
que, tan pronto como un alma me llama, vengo Yo a la vez que el Amado, el
cual, ya desde la Tierra, contempló la gloria del Cordero, Hijo de Dios, la
gloria de su y de tu Jesús y, a cada latido de tu corazón, di: "¡Ven,
Señor Jesús!".
Estoy hecha un guiñapo, un pobre guiñapo.
Tan sólo mi alma se halla inmersa en la dulzura.
Jesús, al dictarme, me da a
entender que, cuando dice Tierra, quiere significar mundo, tomando,
no como globo compuesto de polvo y agua, sino más bien como conjunto de
personas. No sé si acierto a explicarme bien.
Cuando dice Tierra, quiere
expresar, por decirlo así, un ente moral; y cuando dice tierra,
quiere decir simplemente planeta compuesto de campos, montes, aguas. Culpable
la primera e inocente la segunda.
que
la sangre de los mártires se ha convertido
en
veneno para la Tierra que la ha bebido
(en
sus habitantes)
Y así puede decir, sin incurrir en
contradicción, que la sangre de los mártires se ha convertido en
veneno para la Tierra que la ha bebido (en sus habitantes) con ira sacrílega
y la ha vertido (en sus poderes estatales) con abuso blasfemo de poder
temporal; mientras que la tierra-globo, rotante por los espacios del éter, ha
bebido con respeto y acogido con amor la sangre de los mártires y sus
convulsiones agónicas, presentándolas una y otras al Eterno, pidiendo,
maternal y compasiva, que no haya sido vertida ni soportadas en vano y que se
haga justicia a las mismas.
Estoy contenta de haber recibido
explicación directa sobre el Libro que tanto me gusta; pero le
aseguro que, humanamente, me encuentro deshecha. A mi parecer soy una cosa
vacía y exprimida. Nada tengo ya dentro después de haber tenido tanto.
Durante estos días, bajo la
acción de las potentes voces que resonaban en mi interior, me
resultaba insufrible el murmullo humano y ¡he tenido tanto en mi derredor...!
He sufrido muchísimo, prensada como estaba entre las impertinencias comunes
de la vida y las exigencias sobrenaturales del Maestro.
Pero, bien, ya pasó. Y ahora digo
yo: "Un poco de descanso, pues si no, la pobre chupatintas de
Jesús acabará por descuajaringarse como una máquina trabajada con
exceso". Se lo entrego a usted enseguida para copiar. Pero, cuando me
traiga la carpeta, devuélvame también este cuaderno porque, si tengo delante
el manuscrito, me canso menos al corregir. De otra suerte, ¿cómo hago para
recordar y añadir las palabras que faltan? ¿Quién se acuerda de ellas?
Después se lo devolveré.
C. 43. 285-292
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