VISIONES DE ANA CATALINA EMMERICH, SOBRE LA SANTA MISA
AMADA
FAMILIA, EL SANTO SACRIFICIO DE LA EUCARISTIA ES VIVIR EL CIELO EN LA
TIERRA, NUNCA COMPRENDEREMOS TAN ALTO MISTERIO DEL AMOR DE DIOS. AMEMOS A
JESUS EN SU DIVINA PRESENCIA Y ALIMENTEMONOS SOLO DE SU DIVINIDAD PARA
ALCANZAR ALGUN DIA LA GLORIA DEL CIELO.
Contenido:
Introducción
1. El valor de la santa Misa.
2. Imagen de las distracciones de un sacerdote en la santa Misa.
3. Ve la excelencia y la significación de la santa Misa.
4. Ve a Noé y a Moisés ofrecer sacrificios.
5. Ve a la Virgen y a San Juan en la representación de la santa Misa.
6. Ve una representación de la misa sacrílega.
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Introducción
Reúnanse
aquí las contemplaciones referentes al santo sacrificio de la Misa,
reproducción genuina del Calvario, donde Jesús se ofreció
expiatoriamente por la humanidad caída, sobre los restos de Adán, allí
debajo sepultados. La vidente revela que los patriarcas celebraban
sacrificios ante un altar donde colocaban huesos de Adán y de otros
justos del Antiguo Testamento. Los apóstoles continuaron la tradición
que la Iglesia mantiene al realizar la Misa sobre el ara que encierra
huesos de santos y mártires.
El
sentido teológico de la Misa y su trascendencia espiritual están
expuestos con asombrosa sencillez y ortodoxia. Tan elevado es este
augusto Sacrificio, que hasta las celebraciones hechas con disipación,
son suplidas necesariamente de modo sobrenatural. Las consideraciones
acerca de las negligencias de algunos celebrantes, mueven a meditación e
invitan a un estado de mayor gracia personal.
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1. El valor de la santa Misa.
En
la festividad de San Isidro Labrador me fueron enseñadas muchas cosas
acerca del valor de la Misa que se dice y que se oye. Supe que es una
gran dicha que se digan tantas misas, aunque las digan sacerdotes
ignorantes o indignos, pues mediante ellas se libran los hombres de
peligros, castigos y azotes de todo género. Conviene que muchos
sacerdotes no sepan lo que hacen; que si lo supieran, no celebrarían por
temor, ni ofrecerían el santo Sacrificio.
Vi
cuan admirables bendiciones nos vienen de oír la santa Misa y que con
ellas son impulsadas todas las buenas obras y promovidos todos los
bienes y que muchas veces el oírla una sola persona de una casa basta
para que las bendiciones del cielo desciendan aquel día sobre toda la
familia. Vi que son mucho mayores las bendiciones que se obtienen
oyéndola, que encargando que se diga y se oiga por otros. Vi que las
faltas que se cometen en la Misa son compensadas con auxilios
sobrenaturales.
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2. Imagen de las distracciones de un sacerdote en la santa Misa.
Tuve
también una visión acerca de las faltas cometidas en el servicio divino
celebrado en la tierra y vi como estas faltas son suplidas y remediadas
de modo sobrenatural. Pero me es difícil y aún imposible decir cómo he
visto todo esto; cómo se comprenden y se armonizan entre sí todos estos
cuadros y cómo cada uno de ellos se explica y aclara en otro.
Es
muy de notar que las faltas y negligencias cometidas en la celebración
del culto aquí en la tierra sólo hacen culpable al que incurre en ellas,
porque el culto divino debido al Señor se compensa y se suple de un
modo más elevado. Así se me representan principalmente, entre otras
faltas, las distracciones de los sacerdotes mientras ejercen el
ministerio, por ejemplo, mientras celebran la Misa; veo al sacerdote
allí donde están sus pensamientos y entre tanto veo en el altar, en
lugar de él, a un santo que hace sus veces.
Estos
cuadros muestran de un modo espantoso la gravedad de la culpa del que
celebra los sagrados ministerios sin devoción ni atención. Así, por
ejemplo, veo salir de la sacristía a un sacerdote revestido para decir
misa; pero en vez de acercarse al altar, sale de la iglesia y se dirige a
una fonda, o a un huerto, o va a cazar a casa de alguna persona, o a
leer, o a alguna reunión; lo veo aquí o allá, adonde van sus
pensamientos, precisamente como si él fuese en persona a esos lugares,
lo cual causa compasión y vergüenza. Pero es conmovedor ver que,
entretanto, un sacerdote santo celebra los divinos oficios en lugar de
aquel otro que divaga. Con frecuencia veo al tal sacerdote alguna vez en
el altar, pero muy pronto se vuelve a otro lugar poco conveniente. A
veces veo que estas distracciones duran largo rato.
La enmienda se me representa en estos casos en forma de constancia y recogimiento en el culto.
En varios lugares veo quitar mucho polvo y basura de los vasos sagrados, los cuales se vuelven resplandecientes y como nuevos.
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3. Ve la excelencia y la significación de la santa Misa.
(Mediados de Agosto de 1820)
Veo
en todas partes sacerdotes rodeados de las gracias de la Iglesia y de
los tesoros de los méritos de Jesús y de los santos, enseñando,
predicando y ofreciendo el santo Sacrificio, pero muertos y tibios
espiritualmente. Me fue mostrado un pagano que en lo alto de una columna
hablaba de un nuevo Dios, con tal elocuencia que todo el pueblo se
conmovió y participó de sus sentimientos y deseos.
Estas
visiones me han turbado de día y de noche, tanto que no sé qué partido
tomar. El estado actual de miseria y corrupción se me muestra en
relación con un estado anterior mejor que el actual, y así tengo que
orar sin intermisión.
¡Cosa
monstruosa es celebrar indignamente la Misa! ¡Oh! ¡No es indiferente el
celebrarla bien o mal! Supe por un cuadro inmenso de los misterios de
la santa Misa, que todo lo que hay de santo desde el principio del mundo
se refería a ella. He visto el Alfa y el Omega. He visto la
significación del círculo, de la forma redonda de la tierra y de los
cuerpos celestes, de los contornos redondos de las apariciones y de la
hostia. He visto la correlación de los misterios de la Encarnación, de
la Redención y del santo sacrificio de la Misa y cómo María comprende lo
que ni el mismo cielo puede comprender. Estas visiones se extendían a
todo el Antiguo Testamento. Vi los sacrificios desde la primera oblación
y entendí la admirable significación de los santos huesos. Vi la
significación de las reliquias de los altares donde se dice la Misa.
Vi
los huesos de Adán descansar en el monte Calvario y por cierto algo
sobre el nivel del mar, exactamente bajo el lugar en que Cristo fue
crucificado. Miré dentro de una cueva y vi el esqueleto de Adán. Vi que
las aguas del diluvio habían dejado intacto este sepulcro; que Noé tenía
en el arca parte de esos huesos; que los puso en el altar cuando
ofreció el primer sacrificio, como después hizo Abrahán, y que los
huesos que éste colocaba en el altar eran los mismos de Adán, que había
recibido de Sem. Así la muerte de Jesucristo en el Calvario, sobre los
huesos de Adán, es una significación de la santa Misa, que se celebra
sobre las reliquias que están en el arca del altar. Los sacrificios de
los patriarcas eran una preparación a este sacrificio de la Misa. Así,
mediante los huesos que los patriarcas ponían sobre el altar, recordaban
a Dios sus promesas.
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4. Ve a Noé y a Moisés ofrecer sacrificios.
Vi
a Noé ofrecer en el arca sacrificios de incienso; el altar estaba
cubierto de blanco y rojo. Siempre que sacrificaba u oraba ponía en él
los huesos de Adán. Estos huesos los poseyó luego Abrahán, a quien los
vi poner en el altar de Melquisedec. La parte posterior del altar miraba
al norte. Los patriarcas edificaban siempre el altar en esta posición,
porque el mal venía del Norte.
También
vi a Moisés orando ante un altar donde estaban los huesos de Jacob.
Cuando derramaba sobre el altar alguna cosa, levantabas una llama y en
ella echaba el incienso y los perfumes. En la oración conjuró a Dios por
la promesa que el mismo Dios había hecho a aquellos huesos. Oró muy
largo tiempo hasta que le rindió el cansancio; pero a la mañana
siguiente se levantó para orar de nuevo. Moisés oró con los brazos en
cruz. Dios no puede resistir a esta oración, pues su propio Hijo ha
perseverado orando así en la cruz hasta la muerte. Como había visto orar
a Moisés, así vi también orando a Josué cuando el sol se detuvo por su
mandato.
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5. Ve a la Virgen y a San Juan en la representación de la santa Misa.
He
invocado a Dios Padre pidiéndole que se digne mirar a su divino Hijo,
que a cada instante satisface por los pecadores, que ahora mismo se
ofrece y se ofrece incesantemente de nuevo. Entonces he visto la
representación del Viernes Santo y que el Señor se ofrece en el altar
del sacerdote celebrante como se ofreció en la cruz y he visto de un
modo vivo, al pie de la cruz a María y al discípulo Juan. Esto lo veo a
cada momento, de día y de noche, y veo la comunidad de los fieles, si
oran bien o mal, y cómo desempeñan los sacerdotes su ministerio. Veo
primeramente a la iglesia de aquí y después las iglesias y comunidades
próximas, como se ve a un cercano árbol cargado de frutas y alumbrado
por el sol, y a lo lejos, otros, agrupados o formando bosques.
Veo
a todas horas, de día y de noche, las misas que se dicen en todo el
mundo y en comunidades muy remotas! donde todavía se celebra como en
tiempos de los apóstoles.
Sobre
el altar veo en visión una asistencia especial con que los ángeles
suplen las negligencias de los sacerdotes. Por las faltas de devoción de
los fieles ofrezco yo también mi corazón y pido a Dios misericordia.
Veo a muchos sacerdotes que desempeñan su ministerio de un modo
deplorable. Guardan las formas, pero muchas veces no se cuidan del
espíritu. Siempre tienen presente que los está viendo el pueblo, y con
esto no piensan que los ve Dios. Los escrupulosos quieren convencerse de
su propia devoción.
Muchas
veces, durante el día, estoy viendo de esta manera la celebración de la
Misa por todo el mundo; y cuando me dirigen alguna pregunta, me parece
como si tuviera que interrumpir una ocupación para hablar con un niño
curioso. Es tanto lo que Jesús nos ama, que perpetúa en la Misa la obra
de la Redención; la Misa es la redención oculta que se realiza
constantemente en el Sacramento. Todo esto lo vi desde mis primeros años
y creía que todos los hombres lo veían como yo.
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6. Ve una representación de la misa sacrílega.
Cuando
vi a mi derecha la espantosa imagen del niño crucificado, me volví a la
izquierda; pero seguía viéndolo. Entonces pedí a Dios que se dignara
librarme de aquella escena y mi Esposo celestial me dijo: “Mira otra
cosa peor aún; mira cómo me tratan diariamente en todo el mundo”. Vi
entonces a los sacerdotes que celebran la Misa en pecado mortal. Vi la
Hostia sobre el altar, como un niño vivo, y vi que era despedazado en la
patena y ofendido de un modo horrible: sacrificarlo así es asesinarlo.
Vi
además un número indecible de infelices que son hoy en día oprimidos,
atormentados y perseguidos en muchas partes y vi que todo esto sucedía
como en la persona del mismo Jesús. Son malos estos tiempos y no hay
recurso alguno. Sobre el mundo se extiende una niebla espesa de pecados y
todas las cosas se hacen con tibieza e indiferencia.
También
en Roma vi a malos sacerdotes atormentar de esta manera al Niño Jesús
en la Misa. Ellos querían ver al Papa y exigirle una cosa muy peligrosa.
Pero el Papa veía lo mismo que yo: que un ángel los rechazaba con una
espada desnuda siempre que pretendían acercarse a él.
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