HIJITOS, COLOCAOS LA ARMADURA ESPIRITUAL, SELLAOS CON LA SANGRE DE MI HIJO Y CUBRÍOS CON EL ESCUDO DE MI SANTO ROSARIO, PORQUE LA BATALLA ESPIRITUAL YA COMENZÓ
ABRIL 12 DE 2012 – 1:55 P.M.
MARÍA SANTIFICADORA. ALTO DE GUARNE, ANT.
Hijitos, que la paz de Dios esté con vosotros y mi protección maternal os asista siempre.
Hijitos, los días, meses y años, serán cada vez más cortos; permaneced unidos en oración a vuestro Padre y Madre celestial y todo irá pasando conforme a la voluntad de Dios. Un gran acontecimiento que moverá los cimientos de la Iglesia está por suceder, pero vosotros pueblo de Dios, no perdáis la fe, ni la paz; antes, que vuestra fe sea más férrea y que permanezcáis fieles a la doctrina de la Iglesia y al Evangelio de mi Hijo.
Cuando venga el ataque a la Iglesia os necesito unidos en oración conmigo, con nuestro amado Miguel, con los ejércitos celestiales de Ángeles y Arcángeles y con el ejército Triunfante y Purgante, para que seamos una muralla que no permita que las fuerzas del mal prevalezcan contra la santa Iglesia católica, apostólica y romana, constituida por mi Hijo.
Hijitos, en esos tiempos debéis de orar más intensamente con mi Rosario y hacer el exorcismo de nuestro amado Miguel y la oración que el Santo Espíritu de Dios me regaló cuando visité a mi prima Isabel. Os la recuerdo para que la aprendáis de memoria, pues tiene gran poder para alejar toda fuerza del mal.
EL MAGNÍFICAT
Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi salvador, porque se ha fijado en la humilde condición de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque el todopoderoso ha hecho conmigo cosas grandes, su nombre es santo, su misericordia de generación en generación para todos los fieles. Ha desplegado la fuerza de su brazo, ha destruido los planes de los soberbios, ha derribado a los poderosos de sus tronos y ha encumbrado a los humildes, ha colmado de bienes a los hambrientos y despedido a los ricos con las manos vacías. Ha socorrido a su siervo Israel, acordándose de su misericordia, como había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia para siempre. (Lucas 1. 46, 55).
Hijitos, toda esta armadura espiritual unida a vuestra fe, ayunos y penitencias, no permitirá que las fuerzas del mal derrumben las bases de la Iglesia de mi Hijo. Muy pronto vuestra Madre vestida de sol, os estará guiando en el combate espiritual; no os sintáis solos yo estoy en el corazón de cada uno de mis hijitos fieles a la Trinidad Santa y a Mí. Yo seré vuestra capitana que os llevará a la victoria y a las puertas de la Jerusalén celestial. Hijitos, colocaos la Armadura espiritual, sellaos con la Sangre a mi Hijo, y cubríos con el escudo de mi Santo Rosario. Porque la batalla espiritual ya comenzó.
Consagradme vuestro ser físico, biológico, síquico y espiritual a mi corazón inmaculado; haced la oración a mi consagración todos los días a mañana y noche y confiádmelo todo en esta oración que vosotros conocéis, pero que deseo recordárosla:
Oh Señora mía oh Madre mía, yo me entrego totalmente a vos y en prueba de tu filial afecto, os consagro en este día: Mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón en una palabra todo mi ser; porque soy todo vuestro Madre de bondad, guardadme y amparadme como tu hijo y posesión vuestra. Amén.
Sellad con la Sangre de mi Hijo vuestros hogares y familiares, para que cuando llegue el tiempo en que la tierra se estremecerá, vuestras viviendas no sufran ningún deterioro y vuestros familiares permanezcan bajo la protección del Dios Altísimo. Haced desde ya la oración de la Sangre de Cristo. Adelante rebaño de mi Hijo, seguid a vuestra Madre y acompañadla en el rezo del Santo Rosario y juntos derrotaremos toda fuerza del mal. Que mi bendición os acompañe y que la paz de Dios esté con todos vosotros. Vuestra Madre, María Santificadora.
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