El
Escapulario del Carmen
Imágen milagrosa de la Virgen del
Carmen; reproduce la que fue traída a Italia por San Ángelus desde el Monte
Carmelo en 1223.
La Santísima Virgen María se apareció en
Garabandal como Nuestra Señora del Monte Carmelo, incluso con su mismo vestido,
que fue originalmente blanco y con manto azul. El hábito marrón se puso siglos
después para diferenciarla más de la Inmaculada.
La Virgen lleva en su brazo derecho el escapulario marrón, con una
Cruz por una cara y por la otra la montaña del Carmelo, para indicarnos que
debemos seguir a Jesús en todas la cruces de nuestra vida y ascender a las
cumbres de la santidad siguiendo las virtudes que Ella enseñó a la Orden Carmelitana.
Llevar puesto el escapulario significa ser del todo de Ella y
siendo de Ella somos del todo de Dios.
Dice el P. Eusebio Gómez, OCD :
Al hablar de la Virgen del Carmen, la Virgen del Monte Carmelo,
viene a nuestra mente la Virgen del Escapulario, la Madre de los carmelitas y
de tantos hijos que la honran.
El Monte Carmelo, en Palestina, donde nació la Orden del Carmen y
la devoción a la Virgen, es uno de esos lugares que se nos ha dejado para que
podamos encontrar a Dios por medio de María.
El Monte Carmelo es un lugar encantador. Enclavado entre el azul
del mar y el verde de la montaña y la llanura, la riqueza de su flora y el buen
clima hacen de este lugar uno de los más hermosos de Tierra Santa.
El lugar está formado por una cadena de montañas de seis a ocho
kilómetros de ancho, y se despliega en colinas onduladas surcadas por numerosas
quebradas. En el Monte Carmelo hay dos lugares de especial devoción y presencia
carmelitana: A-Muhraqa, el Sacrificio de Elías, y Stella Maris, donde se
encuentra el monasterio y la iglesia de la Virgen.
Es el lugar santo donde Elías derrotó la idolatría, es cantera de
santos, montaña sagrada, la más sagrada de todas. El Carmelo es de María, en él
ella es patrona y "señora del lugar", "ella tiene la belleza del
Carmelo".
Ya en el siglo XIII los Carmelitas moraban en el Monte Carmelo. El
30 de enero de 1627, los Carmelitas Descalzos recibieron la autorización
pontificia para fundar de nuevo y desde entonces se preocuparon por impulsar el
culto a María. En 1633, Próspero del Espíritu Santo erigió un altar y colocó un
cuadro de María y junto a él una lamparita, que ardía noche y día y quería
simbolizar el amor del Carmelo a la Virgen.
El escapulario del Carmen.
Los ermitaños carmelitas eligieron a la Virgen y se entregaron a
ella como a su Señora y Patrona.
El escapulario, según Pío XII, "trajo sobre todo el mundo un
río inmenso de gracias espirituales y temporales". Pablo VI proclamaba en la "Marialis cultus",
que la devoción al escapulario, junto con el santo rosario, era una devoción
verdaderamente "católica". El Papa Juan Pablo II ha confesado:
"Yo también llevo sobre el corazón, desde hace mucho tiempo, el
escapulario del Carmen".
El santoral brusulense nos dice cómo surgió la entrega del
escapulario. Dice así:
"San Simón, inglés, hombre de gran santidad y devoción, en
sus oraciones suplicaba continuamente a la Virgen que favoreciese a su Orden
con algún privilegio especial".
Se le apareció la gloriosa Virgen, sosteniendo en su mano el
escapulario, y le dijo:
"Este es el privilegio para ti y para los tuyos: el que muera
con él se salvará".
El escapulario, como sacramental de la Iglesia, tiene la misión de
insertar a los fieles en una especial relación con María. Llevarlo supone vivir
con María como una verdadera madre.
Llevar el escapulario nos recuerda que hemos sido revestidos de
Cristo y que, como María, debemos permanecer fieles a Dios. Es ser carmelita y
como tal se adquiere un compromiso de asimilar y vivir la espiritualidad del
Carmelo.
Durante las Apariciones de Garabandal hubo un suceso singular:
El Arcángel San Miguel besó el escapulario que llevaban tres
hermanos de San Juan de Dios que visitaban por primera vez el pueblo y además
el Arcángel dijo que ese día había venido a darle la Comunión a Conchita en los
Pinos porque ellos estaban allí.
La Virgen vino a Garabandal para darnos unos mensajes urgentes y
para revestirnos de sus mejores dones y gracias como Nuestra Señora del Carmen.
El término "Carmen" corresponde al Monte Carmelo en
Oriente. Allí, el Profeta Elías reunió un grupo de discípulos y con ellos
constituyó la Orden del Carmen, en honra de la Virgen Madre que
había de venir, y a la espera de Ella.
La
Orden Carmelita fue conocida ya en otros tiempos como
"Hermanos de la
Santísima Madre de Dios y siempre Virgen Maria del Monte
Carmelo" una orden descendiente de la vida eremita de las montañas de
Palestina, bajo la dirección de los profetas Elías y Eliseo, 873 - 854, A. C.
En el año 1238 esta orden de Nuestra Señora tuvo que superar
dificultades y amenazas para sobrevivir. Durante este periodo de tiempo de
crisis San Simón Stock, superior general de la orden, implora a Nuestra Santa
Madre algún signo especial de su amor para sustentar a su orden y para
fortalecer sus débiles estructuras.
San Simón rezaba:
"Oh, hermosa flor del Carmelo, la vid más fructífera,
esplendor del Cielo, santa y única, que trajo a la vida al Hijo de Dios, ahora
y siempre Virgen Pura, asísteme en mi necesidad. Oh, estrella del mar, ayúdame
y protégeme. Te lo suplico como mi madre que eres".
El 16 de julio de 1251, la Santa Madre de Dios dio una respuesta sin
precedentes a las peticiones de San Simón Stock.
Radiante y rodeada de una multitud de ángeles, Nuestra Señora del
Monte Carmelo se apareció al anciano monje cuando estaba arrodillado en oración
en Aysfort, Inglaterra, dándole el escapulario marrón carmelita. Ella le hizo
una promesa de salvación.
"Recibe, mi querido hijo, el Escapulario que te presento a ti
y a tu Orden. Es un signo de predestinación. Quienes mueran con este signo de
amor no sufrirán el fuego eterno".
La promesa de nuestra Santa Madre se extendió por el mundo entero.
Todos, gente de toda forma de vida, papas, obispos, reyes y pueblo llano
proclamaron la bondad de Nuestra Señora y solicitaron el Escapulario Marrón
Carmelitano, que ya había hecho numerosos milagros y prodigios.
A partir de esta misericordiosa intervención de la Madre de Dios, la Orden Carmelita
floreció, acrecentando en toda la Iglesia Católica la devoción a la Santísima Virgen.
Tres estrellas del Carmelo, entre muchas, brillarán por siempre en
el firmamento de la Iglesia: Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y Santa
Teresita del Niño Jesús.
La segunda promesa del Escapulario, conocida como "Privilegio
Sabatino" fue hecho por Nuestra Señora al Papa Juan XIII. Prometió a
los que llevasen el Escapulario, en el momento de la muerte:
"Como una Madre tierna, descenderé al Purgatorio el sábado
después de su muerte y les conduciré a las mansiones celestiales de la vida
eterna".
El escapulario, como sacramental de la Iglesia, tiene la misión de
llevar a los fieles a una especial relación con María. Llevarlo supone vivir
con María como verdadera madre nuestra que Ella es.
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