viernes, 22 de abril de 2011

Mi Preciosísima Sangre tiene el poder de resucitar lo muerto, de regenerar lo podrido, de dar luz donde solo hay tinieblas

29 mayo, 2011

Nadie que haya puesto la mano en el arado y mire hacia atrás es digno de Mí (Lc 9,62) Yo, Jesús, os hablo.

Hijos Míos, muchos, muchísimos cristianos de hoy en día solo lo son de nombre porque hace tiempo que Me abandonaron, abandonaron Mis leyes y dieron de lado Mi doctrina, tomando solo frases aisladas de Mi Evangelio por su conveniencia, como la de no Me juzgues y otras. Comprended el dolor acérrimo que es para Mi todo esto. Yo, Jesús, os hablo.

Legiones de almas que abandonaron la fe de su infancia, de sus años de adolescencia, optaron por el materialismo, se enfangaron con las cosas del mundo y viven en una apostasía total, porque nada quieren Conmigo, ni con Mis leyes, y así hijos Míos, se van aproximando al final de sus vidas a punto de caer directamente en el abismo infernal, porque la gracia de Mi Santo Espíritu aunque los toque, es lo mismo que si una espada quisiera penetrar en el acero, no es posible por lo que se han endurecido y materializado con las cosas del mundo y amores pecaminosos. Yo, Jesús, os hablo.

Pero ved hijos, que Mi Preciosísima Sangre tiene el poder de resucitar lo muerto, de regenerar lo podrido, de dar luz donde solo hay tinieblas. Rezadme por estas almas que son legiones y que están dentro de vuestras familias y comunidades, para que la gracia de Mi Santo Espíritu pueda penetrar y las regenere, reconvierta y recobren la fe que han perdido, porque no supieron apartarse del mal y del mundo, y no supieron conservarla, dejando pasar un día y otro en un abandono y apatía total de las cosas religiosas. Yo, Jesús, os hablo.

Hijos Míos, la eternidad no tiene fin. En esta vida cualquier mal por duro que sea tiene un final, pero en la otra vida nada termina, ni el gozo eterno, ni el castigo eterno, por eso hijos, pensad y meditad estas palabras que os doy para que os salvéis, para que os hagan reflexionar y pedidme a Mí, el Redentor, que os salve de vuestra apatía, de vuestros errores, de vuestros engaños y os ponga en sendas de salvación, para que al final de la vida no os encuentre la muerte desprevenidos. Yo, Jesús, os hablo. Mi paz sea para todo aquel que lee y cree en estos mensajes.
Fuente: Yo Jesùs os hablo

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