martes, 4 de octubre de 2011

07 noviembre, 2011

Los sacerdotes no deberían beber de otra fuente que de Mi Pasión y allí encontrarían toda clase de luces para las almas

 
El Hijo del Hombre fue el Ser de este Planeta que más ha sufrido en todos los aspectos, físico, moral y espiritualmente. Yo, Jesús, os hablo.

Hijos Míos, pocas son las personas que llegan a comprender este gran misterio, porque solo las almas que suben conmigo al Calvario y que entienden el valor del sufrimiento, son las que comprenden el sufrimiento atroz que en todos los aspectos tuve. Yo, Jesús, os hablo

Mi Santo Espíritu comunica a las almas que Me aman, y Me siguen -a pesar de todo en sus vidas- este misterio de amor tan grande que fue el sufrimiento con el que os redimí, y ya os he dicho que meditar en este misterio es un alimento inmenso para vuestras almas, que necesitan nutrirse con la verdad de Mi existencia y de Mi gran dignidad como es Mi Divinidad. Yo, Jesús, os hablo.

Los sacerdotes no deberían beber de otra fuente que de Mi Pasión y allí ellos encontrarían toda clase de repuestas a muchas preguntas y toda clase de luces para las almas, porque en Mi Pasión está todo el compendio del Evangelio y Yo fui el primero en vivir Mi propia doctrina tal y como os la enseñé y, el Padre Eterno Se complació por haber sido el ejemplo viviente de la doctrina que Me mandó daros y haber sido el primero en vivirla. Yo, Jesús, os hablo.

Después junto a Mí, Mi Santa Madre fue también la persona que más vivió el Santo Evangelio y que puso en práctica todos los puntos que en él hay. Ella vivió la pobreza, la abnegación, el ayuno, el dolor, la humillación, ¡todo! Por eso, hijos Míos, Yo deseo que la honréis tanto, porque Ella en esta vida Me honró a Mí y a Mi Padre Eterno como ninguna otra criatura lo ha hecho. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo
 

03 noviembre, 2011

Di a Mis sacerdotes que hagan horas de adoración por todo lo que digo y que vayan con su vestimenta sacerdotal que les identifiquen como tales


Alma Mía, Yo Soy tu Jesús quien te habla. Quiero que digas a Mis almas amadísimas que Mi dolor no tiene fin, ni consuelo. Cada día más las almas caen en el abismo infernal y no quieren volver su rostro a Mí que Soy Amor y Misericordia.

Jóvenes que se pierden porque a pesar de su joven vida ya viven en total perversión, sin moral, sin sacramentos, sin nada que los recuerde que hay otra vida y un alma que salvar. Hijos, ¡que grande es Nuestro dolor! el Mío y el de Mi Santa Madre.

La sociedad vive en un desenfreno tal que no ha habido una época peor que esta. Madres y padres que matan a sus hijos antes de nacer porque son frutos de su pecado e inmundicia. Frutos de su prosmicuidad. Jóvenes chicas que no saben ni siquiera de quien es el embarazo que les viene y así lo extinguen y se quedan tan tranquilas. ¡Ay alma Mía! ¡Que dolor tan grande para Mi Corazón que tanto os ama!

Tiene que venir un castigo que será fruto de vuestros desórdenes morales, de vuestras leyes satánicas, de vuestras perversas e impías costumbres. Debe Mi Padre purificar esta sociedad en la que viven animalizados, solo con deseos de placer y bienestar, deseos de tener bienes materiales y sofocando la voz de Mi Santo Espíritu que les llama a la conversión total de sus costumbres.

Di a Mis sacerdotes que hagan horas de adoración por todo esto que te digo. Di a Mis sacerdotes que ellos no se mundanicen y que vayan con su vestimenta sacerdotal que les identifiquen como tales, para que cuando vayan por la calle vestidos como lo que son ¡sacerdotes! haya almas que los paren y les pidan la confesión. Todo esfuerzo y sacrificio es poco por ayudar a la salvación de un alma. Yo, Jesús, te hablo.

Y a vosotros seglares de Mi Divino Corazón, hijos que vivís espiritualmente y deseáis colaborar en Mi plan de salvación, os pido vuestra unión con Mi Santísima Madre y os pido que os apartéis del mundo todo lo que podáis, para que Mi Santo Espíritu trabaje en vosotros y os de dones y gracias para ayudarnos en la salvación de las almas y ayudaros a crecer en santidad. Yo, Jesús, os hablo. Recibid Mi paz, Mi amor, Mi bendición.
 

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