Cuerpo y Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo… EUCARISTÍA
DEL CREDO DEL PUEBLO DE DIOSAnte los ataques de algunos, Progresistas, Teólogos y pérdida de fe de algunos Sacerdotes, Obispos y fieles laicos sobre la Transustanciación y para quienes por su juventud o falta de conocimiento o instrucción de catecismo desconocen la verdad de la Sagrada Eucaristía, hemos recopilado algunos fragmentos que aclaran, reafirman, instruyen y robustecen la Fe sobre la PRESENCIA REAL DE CRISTO EN LA EUCARISTÍA.
Eucaristía
24.
Nosotros creemos que la misa que es celebrada por el sacerdote
representando la persona de Cristo, en virtud de la potestad recibida
por el sacramento del orden, y que es ofrecida por él en nombre de
Cristo y de los miembros de su Cuerpo místico, es realmente el
sacrificio del Calvario, que se hace sacramentalmente presente en
nuestros altares. Nosotros creemos que, como el pan y el vino
consagrados por el Señor en la última Cena se convirtieron en su cuerpo y su sangre, que en seguida iban a ser ofrecidos por nosotros
en la cruz, así también el pan y el vino consagrados por el sacerdote
se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, sentado gloriosamente
en los cielos; y creemos que la presencia misteriosa del Señor bajo la
apariencia de aquellas cosas, que continúan apareciendo a nuestros
sentidos de la misma manera que antes, es verdadera, real y sustancial[30].
25. En este sacramento,
Cristo no puede hacerse presente de otra manera que por la conversión de
toda la sustancia del pan en su cuerpo y la conversión de toda la
sustancia del vino en su sangre, permaneciendo solamente íntegras las
propiedades del pan y del vino, que percibimos con nuestros sentidos. La
cual conversión misteriosa es llamada por la Santa Iglesia conveniente y
propiamente transustanciación. Cualquier
interpretación de teólogos que busca alguna inteligencia de este
misterio, para que concuerde con la fe católica, debe poner a salvo que,
en la misma naturaleza de las cosas, independientemente de nuestro
espíritu, el pan y el vino, realizada la consagración, han dejado de
existir, de modo que, el adorable cuerpo y sangre de Cristo, después de
ella, están verdaderamente presentes delante de nosotros bajo las
especies sacramentales del pan y del vino[31], como el mismo Señor quiso, para dársenos en alimento y unirnos en la unidad de su Cuerpo místico [32].
26. La única e indivisible
existencia de Cristo, el Señor glorioso en los cielos, no se multiplica,
pero por el sacramento se hace presente en los varios lugares del orbe
de la tierra, donde se realiza el sacrificio eucarístico. La misma
existencia, después de celebrado el sacrificio, permanece presente en el
Santísimo Sacramento, el cual, en el tabernáculo del altar, es como el
corazón vivo de nuestros templos. Por lo cual estamos obligados, por
obligación ciertamente suavísima, a honrar y adorar en la Hostia Santa
que nuestros ojos ven, al mismo Verbo encarnado que ellos no pueden ver,
y que, sin embargo, se ha hecho presente delante de nosotros sin haber
dejado los cielos.
CARTA
DOMINICAE CENAE
DEL SUMO PONTÍFICE
JUAN PABLO II
A TODOS LOS OBISPOS DE LA IGLESIA
SOBRE EL MISTERIO Y EL CULTO DE LA EUCARISTÍA
DOMINICAE CENAE
DEL SUMO PONTÍFICE
JUAN PABLO II
A TODOS LOS OBISPOS DE LA IGLESIA
SOBRE EL MISTERIO Y EL CULTO DE LA EUCARISTÍA
9.
La Eucaristía es por encima de todo un sacrificio: sacrificio de la
Redención y al mismo tiempo sacrificio de la Nueva Alianza, [46]
como creemos y como claramente profesan las Iglesias Orientales: «el
sacrificio actual —afirmó hace siglos la Iglesia griega— es como aquél
que un día ofreció el Unigénito Verbo encarnado, es ofrecido (hoy como
entonces) por El, siendo el mismo y único sacrificio».[47]
Por esto, y precisamente haciendo presente este sacrificio único de
nuestra salvación, el hombre y el mundo son restituidos a Dios por medio
de la novedad pascual de la Redención. Esta restitución no puede
faltar: es fundamento de la «alianza nueva y eterna» de Dios con el
hombre y del hombre con Dios. Si llegase a faltar, se debería poner en
tela de juicio bien sea la excelencia del sacrificio de la Redención que
fue perfecto y definitivo, bien sea el valor sacrificial de la Santa
Misa. Por tanto la Eucaristía, siendo verdadero sacrificio, obra esa
restitución a Dios.
CARTA ENCÍCLICA
MYSTERIUM FIDEI
DE SU SANTIDAD
PABLO VI
MYSTERIUM FIDEI
DE SU SANTIDAD
PABLO VI
Cristo Señor está presente en el sacramento de la Eucaristía por la transustanciación
6.
Mas para que nadie entienda erróneamente este modo de presencia, que
supera las leyes de la naturaleza y constituye en su género el mayor de
los milagros [50],
es necesario escuchar con docilidad la voz de la iglesia que enseña y
ora. Esta voz que, en efecto, constituye un eco perenne de la voz de
Cristo, nos asegura que Cristo no se hace presente en este sacramento
sino por la conversión de toda la sustancia del pan en su cuerpo y de
toda la sustancia del vino en su sangre; conversión admirable y
singular, que la Iglesia católica justamente y con propiedad llama
transustanciación [51]. Realizada la transustanciación,
las especies del pan y del vino adquieren sin duda un nuevo significado
y un nuevo fin, puesto que ya no son el pan ordinario y la ordinaria
bebida, sino el signo de una cosa sagrada, y signo de un alimento
espiritual; pero ya por ello adquieren un nuevo significado y un nuevo
fin, puesto que contienen una nueva realidad que con razón denominamos ontológica.
Porque
bajo dichas especies ya no existe lo que antes había, sino una cosa
completamente diversa; y esto no tan sólo por el juicio de la fe de la
Iglesia, sino por la realidad objetiva, puesto que, convertida la
sustancia o naturaleza del pan y del vino en el cuerpo y en la sangre de
Cristo, no queda ya nada del pan y del vino, sino tan sólo las
especies: bajo ellas Cristo todo entero está presente en su realidad física, aun corporalmente, pero no a la manera que los cuerpos están en un lugar.
Por ello los Padres tuvieron
gran cuidado de advertir a los fieles que, al considerar este
augustísimo sacramento creyeran no a los sentidos que se fijan en las
propiedades del pan y del vino, sino a las palabras de Cristo, que
tienen tal virtud que cambian, transforman, transelementan el
pan y el vino en su cuerpo y en su sangre; porque, como más de una vez
lo afirman los mismos Padres, la virtud que realiza esto es la misma
virtud de Dios omnipotente, que al principio del tiempo creó el universo
de la nada.
«Instruido en estas cosas
—dice san Cirilo de Jerusalén al concluir su sermón sobre los misterios
de la fe— e imbuido de una certísima fe, para lo cual lo que parece pan
no es pan, no obstante la sensación del gusto, sino que es el cuerpo de
Cristo; y lo que parece vino no es vino, aunque así le parezca al gusto,
sino que es la Sangre de Cristo…; confirmar tu corazón y come ese pan
como algo espiritual y alegra la faz de tu alma» [52].
E
insiste san Juan Crisóstomo: «No es el hombre quien convierte las cosas
ofrecidas en el cuerpo y sangre de Cristo, sino el mismo Cristo que por
nosotros fue crucificado. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia
aquellas palabras, pero su virtud y la gracia son de Dios. Esto es mi
cuerpo, dice. Y esta palabra transforma las cosas ofrecidas» [53].
Y con el obispo de Constantinopla Juan, está perfectamente de acuerdo
el obispo de Alejandría Cirilo, cuando en su comentario al Evangelio de
san Mateo, escribe: «[Cristo], señalando, dijo: Esto es mi cuerpo, y esta es mi sangre,
para que no creas que son simples figuras las cosas que se ven, sino
que las cosas ofrecidas son transformadas, de manera misteriosa pero
realmente por Dios omnipotente, en el cuerpo y en la sangre de Cristo,
por cuya participación recibimos la virtud vivificante y santificadora
de Cristo» [54].
Y Ambrosio, obispo de Milán,
hablando con claridad sobre la conversión eucarística, dice:
«Convenzámonos de que esto no es lo que la naturaleza formó, sino lo que
la bendición consagró y que la fuerza de la bendición es mayor que la
de la naturaleza, porque con la bendición aun la misma naturaleza se
cambia». Y queriendo confirmar la verdad del misterio, propone muchos
ejemplos de milagros narrados en la Escritura, entre los cuales el
nacimiento de Jesús de la Virgen María, y luego, volviéndose a la
creación concluye: «Por lo tanto, la palabra de Cristo, que ha podido
hacer de la nada lo que no existía, ¿no puede acaso cambiar las cosas
que ya existen, en lo que no eran? Pues no es menos dar a las cosas su
propia naturaleza, que cambiársela»
CARTA ENCÍCLICA
ECCLESIA DE EUCHARISTIA
DEL SUMO PONTÍFICE
JUAN PABLO II
ECCLESIA DE EUCHARISTIA
DEL SUMO PONTÍFICE
JUAN PABLO II
12. Este aspecto de caridad
universal del Sacramento eucarístico se funda en las palabras mismas del
Salvador. Al instituirlo, no se limitó a decir « Éste es mi cuerpo », «
Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre », sino que añadió «
entregado por vosotros… derramada por vosotros » (Lc 22, 19-20). No afirmó solamente que lo que les daba de comer y beber era su cuerpo y su sangre, sino que manifestó su valor sacrificial,
haciendo presente de modo sacramental su sacrificio, que cumpliría
después en la cruz algunas horas más tarde, para la salvación de todos. «
La misa es, a la vez e inseparablemente, el memorial sacrificial en que
se perpetúa el sacrificio de la cruz, y el banquete sagrado de la
comunión en el Cuerpo y la Sangre del Señor ».(13)
16.
La eficacia salvífica del sacrificio se realiza plenamente cuando se
comulga recibiendo el cuerpo y la sangre del Señor. De por sí, el
sacrificio eucarístico se orienta a la íntima unión de nosotros, los
fieles, con Cristo mediante la comunión: le recibimos a Él mismo, que se
ha ofrecido por nosotros; su cuerpo, que Él ha entregado por nosotros
en la Cruz; su sangre, « derramada por muchos para perdón de los pecados
» (Mt 26, 28). Recordemos sus palabras: « Lo mismo que el
Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me
coma vivirá por mí » (Jn 6, 57). Jesús mismo nos asegura que esta unión, que Él pone en relación con la vida trinitaria, se realiza efectivamente. La Eucaristía es verdadero banquete,
en el cual Cristo se ofrece como alimento. Cuando Jesús anuncia por
primera vez esta comida, los oyentes se quedan asombrados y confusos,
obligando al Maestro a recalcar la verdad objetiva de sus palabras: « En
verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y
no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros » (Jn 6, 53). No se trata de un alimento metafórico: « Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida » (Jn 6, 55).
17. Por la comunión de su
cuerpo y de su sangre, Cristo nos comunica también su Espíritu. Escribe
san Efrén: « Llamó al pan su cuerpo viviente, lo llenó de sí mismo y de
su Espíritu [...], y quien lo come con fe, come Fuego y Espíritu. [...].
Tomad, comed todos de él, y coméis con él el Espíritu Santo. En efecto,
es verdaderamente mi cuerpo y el que lo come vivirá eternamente ».(27)La Iglesia pide este don divino, raíz de todos los otros dones, en la epíclesis eucarística. Se lee, por ejemplo, en la Divina Liturgia
de san Juan Crisóstomo: « Te invocamos, te rogamos y te suplicamos:
manda tu Santo Espíritu sobre todos nosotros y sobre estos dones [...]
para que sean purificación del alma, remisión de los pecados y
comunicación del Espíritu Santo para cuantos participan de ellos ».(28) Y, en el Misal Romano,
el celebrante implora que: « Fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de
tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un sólo cuerpo
y un sólo espíritu ».(29)
Así, con el don de su cuerpo y su sangre, Cristo acrecienta en nosotros
el don de su Espíritu, infundido ya en el Bautismo e impreso como «
sello » en el sacramento de la Confirmación.
CAPÍTULO PRIMERO
LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA
LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA
1339 Jesús
escogió el tiempo de la Pascua para realizar lo que había anunciado en
Cafarnaúm: dar a sus discípulos su Cuerpo y su Sangre:
«Llegó el día de los Ázimos,
en el que se había de inmolar el cordero de Pascua; [Jesús] envió a
Pedro y a Juan, diciendo: “Id y preparadnos la Pascua para que la
comamos”[...] fueron [...] y prepararon la Pascua. Llegada la hora, se
puso a la mesa con los Apóstoles; y les dijo: “Con ansia he deseado
comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya
no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios”
[...] Y tomó pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: “Esto
es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros; haced esto en
recuerdo mío”. De igual modo, después de cenar, tomó el cáliz, diciendo:
“Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que va a ser derramada
por vosotros”» (Lc 22,7-20; cf Mt 26,17-29; Mc 14,12-25; 1 Co 11,23-26).
1381 «La
presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de
Cristo en este sacramento, “no se conoce por los sentidos, dice santo
Tomás, sino sólo por la fe , la cual se apoya en la autoridad de Dios”. Por ello, comentando el texto de san Lucas 22, 19: “Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros”,
san Cirilo declara: “No te preguntes si esto es verdad, sino acoge más
bien con fe las palabras del Salvador, porque Él, que es la Verdad, no
miente”» (MF 18; cf. Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q. 75, a. 1; San Cirilo de Alejandría, Commentarius in Lucam 22, 19)
«Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición» (Plegaria Eucarística I o Canon Romano 96; Misal Romano).
“Tomad y comed todos de él”: la comunión
1384
El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el sacramento
de la Eucaristía: “En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne
del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en
vosotros” (Jn 6,53).
1406 Jesús dijo: “Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre [...] El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna [...] permanece en mí y yo en él” (Jn 6, 51.54.56).
1407 La
Eucaristía es el corazón y la cumbre de la vida de la Iglesia, pues en
ella Cristo asocia su Iglesia y todos sus miembros a su sacrificio de
alabanza y acción de gracias ofrecido una vez por todas en la cruz a su
Padre; por medio de este sacrificio derrama las gracias de la salvación
sobre su Cuerpo, que es la Iglesia.
1408 La
celebración eucarística comprende siempre: la proclamación de la
Palabra de Dios, la acción de gracias a Dios Padre por todos sus
beneficios, sobre todo por el don de su Hijo, la consagración del pan y
del vino y la participación en el banquete litúrgico por la recepción
del Cuerpo y de la Sangre del Señor: estos elementos constituyen un solo
y mismo acto de culto.
1409 La
Eucaristía es el memorial de la Pascua de Cristo, es decir, de la obra
de la salvación realizada por la vida, la muerte y la resurrección de
Cristo, obra que se hace presente por la acción litúrgica.
1410 Es
Cristo mismo, sumo sacerdote y eterno de la nueva Alianza, quien, por
el ministerio de los sacerdotes, ofrece el sacrificio eucarístico. Y es
también el mismo Cristo, realmente presente bajo las especies del pan y
del vino, la ofrenda del sacrificio eucarístico.
1411 Sólo
los presbíteros válidamente ordenados pueden presidir la Eucaristía y
consagrar el pan y el vino para que se conviertan en el Cuerpo y la
Sangre del Señor.
1412 Los
signos esenciales del sacramento eucarístico son pan de trigo y vino de
vid, sobre los cuales es invocada la bendición del Espíritu Santo y el
presbítero pronuncia las palabras de la consagración dichas por Jesús en
la última cena: “Esto es mi Cuerpo entregado por vosotros [...] Este es el cáliz de mi Sangre…”
1413 Por
la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en
el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y
del vino, Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera
verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su
divinidad (cf Concilio de Trento: DS 1640; 1651).
1414 En
cuanto sacrificio, la Eucaristía es ofrecida también en reparación de
los pecados de los vivos y los difuntos, y para obtener de Dios
beneficios espirituales o temporales.
1415 El
que quiere recibir a Cristo en la Comunión eucarística debe hallarse en
estado de gracia. Si uno tiene conciencia de haber pecado mortalmente
no debe acercarse a la Eucaristía sin haber recibido previamente la
absolución en el sacramento de la Penitencia.
1416 La
Sagrada Comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo acrecienta la
unión del comulgante con el Señor, le perdona los pecados veniales y lo
preserva de pecados graves. Puesto que los lazos de caridad entre el
comulgante y Cristo son reforzados, la recepción de este sacramento
fortalece la unidad de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.
1417 La
Iglesia recomienda vivamente a los fieles que reciban la sagrada
comunión cuando participan en la celebración de la Eucaristía; y les
impone la obligación de hacerlo al menos una vez al año.
1418 Puesto
que Cristo mismo está presente en el Sacramento del Altar es preciso
honrarlo con culto de adoración. “La visita al Santísimo Sacramento es
una prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia
Cristo, nuestro Señor” (MF).
1419 Cristo,
que pasó de este mundo al Padre, nos da en la Eucaristía la prenda de
la gloria que tendremos junto a Él: la participación en el Santo
Sacrificio nos identifica con su Corazón, sostiene nuestras fuerzas a lo
largo del peregrinar de esta vida, nos hace desear la Vida eterna y nos
une ya desde ahora a la Iglesia del cielo, a la Santa Virgen María y a
todos los santos.
MENSAJE DE REVELACIÓN PRIVADA DICTADO A VISIONARIA CATÓLICA MARÍA DE LA DIVINA MISERICORDIA SOBRE LA EUCARISTÍA:
Martes 14 de abril del 2011Mi muy querida hija, no te preocupes, estás mejorando, en el tiempo que estás dedicando a la oración a Mí. Ahora, es importante que el hombre entienda, que en orden de acercarse a Mí Corazón, él debe comprender la necesidad, de recibir el sacramento de la Santísima Eucaristía.
Mucha gente, incluyendo otros grupos cristianos, niega Mi presencia real en la Eucaristía. Por qué han decidido negar las promesas que hice en Mi última cena, cuando prometí que les daría Mi carne y sangre como comida y alimento, para sus almas, no está claro. Lo que está claro es que el milagro de la Santa Eucaristía, presente en todos los tabernáculos del mundo, existe hoy y está ahí para llenar sus pobres, mal nutridas y tristes almas, con Mi presencia. Esta presencia les va a fortalecer de manera, que si se pierden de recibirme, una vez que se acostumbren, se sentirán perdidos.
Muchos cristianos ignoran una de las más fundamentales promesas que hice durante Mi crucifixión, en donde Yo estaría presente en el pan y el vino y dejaría una marca permanente, para ayudar a nutrir sus almas. Demasiado razonamiento humano ha significado que Yo, haya sido rechazado, incluso por los cristianos bien intencionados. Estos mismos cristianos no pueden recibir la Santa Eucaristía en su forma verdadera. La Santísima Eucaristía fue dada a todos ustedes, como un gran don para su redención y salvación. Rechazar el hecho de que estoy presente, significa que ustedes están perdiendo gracias especiales, que son parte de un pacto para traerme, incluso, más cerca de sus corazones.
Recuerden que cuando morí por ustedes, para conducirles hacia la vida eterna y la salvación. Recíbanme como la presencia viviente y sus almas se encenderán de formas que ustedes no creerían posibles. Vuelvan a recibir Mi sangre y cuerpo. Déjenme eliminar sus dudas. Este es uno de los más grandes errores que los cristianos han cometido, el negar Mi entrada a sus almas de esta manera. Esto ofende grandemente a Mi Padre Eterno, por el sacrificio involucrado para salvarles. Déjenme traerles Luz y alimento a sus vidas. Estarán más inclinados a aceptar la verdad de Mis enseñanzas, después de que el GRAN AVISO se lleve a cabo.
Recuerden lo que prometí durante Mi última cena, que cuando tomen el pan y el vino, éste será para ustedes Mi Cuerpo y Mi Sangre. Cualquier otra interpretación, será distorsionada por la lógica y el razonamiento humanos. Ahora, entiendan y acepten la verdad.
Su Amante Salvador, Jesucristo
Importancia de los sacramentos – Matrimonio y Primera Comunión
Miércoles 6 de julio del 2011 a las 15:30 hrs.
Mi muy querida y amada hija, ve ahora cómo la fe de Mis hijos, comienza a crecer y florear. Mientras hay mucha oscuridad en el mundo, la Luz de Mis seguidores, se hace más brillante por el día, por la llama del Espíritu Santo, que ha descendido sobre todo el mundo.
Hoy, hija Mía, deseo recordarle a todos Mis seguidores, la importancia de la oración, para aliviar el sufrimiento en el mundo. Sus oraciones están ahora, ayudando a evitar muchos desastres globales predichos. La oración es el más poderoso mitigador y cuando es dicha a favor de otros, entonces serán contestadas.
Mientras estoy feliz con aquellos de fuerte fe, todavía estoy temeroso de aquellos que son adversos a Mi Divina Luz. La verdad. Mucha gente ahora, pasea alrededor del mundo como en un estupor. Nada les trae paz. Nada les trae alegría. Ninguna cantidad de comodidad materia alivia el dolor. Sus almas vacías están perdidas. Por favor, recen por ellos.
Hija Mía, por favor reza por Mi Vicario, el Papa Benedicto, porque él está rodeado por fuerzas masónicas, que están ahora, haciendo esfuerzos para destronarle, estas fuerzas malignas han estado infiltrando Mi Iglesia, desde el Vaticano II y han diluido Mis enseñanzas. Muchas leyes fueron pasadas, las cuales Me ofenden, especialmente la presentación de Mi Santa Eucaristía, por personas laicas. La falta de respeto mostrada a Mí y a Mi Padre Eterno, a través de nuevas leyes, introducidas para facilitar a la sociedad moderna, Me han hecho llorar con tristeza.
La Santísima Eucaristía, debe ser recibida en la lengua y no mancillada por manos humanas, sin embargo esto es precisamente lo que Mis siervos sagrados han hecho. Estas leyes no fueron pasadas por Mí en espíritu. Mis siervos sagrados han sido llevados por un camino, no alineado con las enseñanzas de Mis apóstoles. Hoy día, Mis sacramentos no son tomados muy seriamente, especialmente aquellos que buscan el sacramento del Matrimonio y la primera Santa Comunión.
El voto de matrimonio, es muy serio, recuerden que esto es un sacramento y es hecho en la presencia de Dios Padre. Sin embargo para muchos es todo acerca de materialismo y adornos exteriores. Muchos que reciben el sacramento del Matrimonio, no conocen su importancia, después de esto. Muchos rompen sus votos muy fácilmente. ¿Por qué hacen esto? ¿Por qué fingen, esta Santísima Unión, solo para separarse poco después? Esto es una burla a una de las más importantes uniones bendecidas por la mano de Mi Padre Eterno. Mucha gente, no presta ninguna atención al deseo de Mi Padre, de que ningún hombre podrá separar tal unión, a partir de entonces. Sin embargo mucha gente se divorcia, lo cual es una ley no reconocida por Mi Padre. El divorcio en una manera fácil de huir de sus responsabilidades. Todos los matrimonios son hechos en el Cielo. Ningún hombre puede destruir un matrimonio sin ofender a Mi Padre.
Primera Santa Comunión
Recibir Mi Cuerpo en el Sacramento de la Eucaristía por primera vez, es otro ejemplo de cómo soy burlado. Muchos padres no ponen atención a la importancia de sus hijos, recibiendo el Pan de Vida. Están más preocupados de cuán bien vestidos estén sus hijos, en vez del maravilloso don que están recibiendo. Este don les llevará a ellos a la salvación, sin embargo, el materialismo que rodea el evento, no tiene nada que ver con sus almas. Para Mí, la parte más triste es que a estos pequeños niños, no se les está hablando acerca de Mí. El amor que tengo por los niños pequeños lo abarca todo. Cuando ellos reciben la Santa Eucaristía, en el total conocimiento de lo que están recibiendo, sus almas se vuelven puras. Entre más Me reciban de esta manera, más fuerte será su fe.
Recuerden, sin los sacramentos su fe se debilita. Después de un tiempo, si su alma es privada de Mis bendiciones especiales, se hace latente, toda la fe en Mí y en Mi Padre Eterno, desaparece con el tiempo, con solo un pequeño destello de reconocimiento que enciende de cuando en cuando. Regresen a Mí a través de los sacramentos, muestren respeto por ellos, en la forma en que ustedes están supuestos y verdaderamente sentirán Mi presencia otra vez.
Recuerden, los sacramentos están ahí por una razón, porque son los nutrientes que necesitan en su alma, para la vida eterna. Sin ellos su alma muere.
Les amo a todos. Por favor abrácenme apropiadamente, respetando los sacramentos dados a ustedes, como un don de Dios Padre Todopoderoso.
Su Amante Salvador, Rey de la Humanidad, Jesucristo
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